Peñarol ganó por el ataque feroz, sufrió por el fondo de terror



Cuando Antonio Pacheco frotó la lámpara, cuando Sergio Orteman hizo brillar a sus botines, cuando Gastón Ramírez se puso la nafta súper en las piernas, Peñarol acribilló con juego a Tacuarembó. El mensaje hacia la tribuna, entonces, fue contundente: acá hay equipo para ganar el Clausura.

Cuando Darío Rodríguez quedó clavado en el césped, cuando Sebastián Sosa dio rebote o falló en una salida, cuando Aguirregaray le miró la espalda a los veloces atacantes de Tacuarembó o cuando Arévalo Ríos perdió una pelota en forma tonta en el medio, Peñarol encontró un equipo que le pegó bien fuerte donde más le duele. El mensaje, ahí, también fue directo: acá hay serios problemas que deben corregirse rápido.

Además, sin desconocer que las oportunidades generadas por los aurinegros fueron mayores que las gestadas por los hombres del rojo del Norte, no puede pasarse por alto que el partido siempre transcurrió por carriles de la paridad. Porque los muchachos de Aguirre no consiguieron jamás (antes de las tres expulsiones), que los de Almada no les pelearan el partido a través de un elemento clave: la posesión del balón.

Asimismo, mientras Peñarol volvió a gozar de la tranquilidad que concede empezar a ganar desde muy temprano, Tacuarembó supo recomponerse de una decisión arbitral para la polémica. Porque el penal a Martinuccio fue claro, pero el adelantamiento del arquero Jhonny Da Silva en la atajada al primer tiro de Pacheco no lo fue. ¿Y quién sabe qué hubiera pasado si el golazo de Diogo en lugar de ser el del descuento era el del empate transitorio?

Además, el gol de la tranquilidad para el carbonero llegó en el momento exacto en el que Tacuarembó estaba golpeando a las puertas del arco de Sosa, que por cierto no estaban del todo bien protegidas.

Pero, mientras de un lado faltó calidad para mandarla a guardar, del otro sobró. Porque en el rubro ataque, Peñarol volvió a ser feroz. Mortal. Y espectacular, porque la conversión de Diego Alonso estuvo rodeada de un soberbio marco gracias a la velocidad y técnica de los futbolistas mirasoles.

Y la victoria, además, deja un hermoso sabor por ser la cuarta consecutiva.

La cifra: 6 goles suma ahora Antonio Pacheco con los dos que le convirtió ayer a Tacuarembó.
La estrella: A. Pacheco Jugó a un toque, a dos. Armó el mejor juego y convirtió dos tantos.