El gran goce Peñarol campeón otra vez. La Anual terminó dándole la consagración en los clásicos



"Y ya lo veeee, Peñarol es campeón otra vez". Gritan los de la América, que se van encima del tejido porque Diego Aguirre les abre sus brazos.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Gritan los de la Amsterdam, que se trepan al tejido para intentar llegar al campo de juego.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Gritan los borrachos que se quedaron en 18 de Julio esperando por el regalo más preciado, ese que aguardaban con mayor ansiedad que el premio mayor del 5 de Oro.

Llegó. Peñarol es campeón. El logro se merece una entrega total, en cuerpo y alma, al festejo. Fue en las finales contra Nacional, después de un año que venía ultracomplicado, tras soportar el hostigamiento del rival de todas las horas durante mucho tiempo.

Llegó. Vale la pena saltar, cantar, agitar la bandera o una camiseta. Los ojos perdidos en el cielo, las manos intentando acariciar las nubes. Es glorioso. Inolvidable.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". En un tercer clásico agónico. Tan duro como lo fueron los anteriores. Al que había que pelearlo de atrás. No hay goce mayor, no puede existir otra felicidad más inmensa que ésa.

Con un equipo desmembrado en su principal faceta futbolística por llegar con la baja de Jonathan Urretaviscaya, habiendo sufrido un tremendo impacto tras el cabezazo de Alejandro Lembo, Peñarol consiguió reponerse.

Con una llegada soberbia de Matías Aguirregaray en diagonal, tras un estupendo pase de Sergio Orteman. Peñarol salió del oscuro pozo en el que se encontraba y, después, aguantó el temporal.

Es cierto, con la enorme suerte del campeón por los dos tiros que pegaron en el travesaño (uno en el ángulo mismo), pero con la verdadera hidalguía de los que no se entregan nunca.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Después de tanta espera tenía que ser así. Sufriendo. Con el corazón en la boca. Soportando que Nacional le mandara una artillería pesada al corazón del área.

Equivocándose mucho, como en la acción que Alejandro Martinuccio no culminó en el mano a mano contra Rodrigo Muñoz, para darle al partido el toque especial. Ese que hiciera evocar otras gloriosas tardes carboneras.

Aguantando para darle el verdadero valor a lo más importante que consiguió en la temporada para terminar festejando: la tabla Anual.

Porque este Peñarol de Aguirre comenzó a gestar esta consagración a partir del momento que saltó de estar diez puntos abajo a colocarse seis puntos arriba.

Eso, a no dudarlo, fue lo que diseñó de los pies a la cabeza la obtención del Campeonato Uruguayo después de seis años de frustraciones.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Gracias a Sergio Orteman por el pase que le metió a Aguirregaray, gracias a Sebastián Sosa por todos los centros que atrapó cuando la tropa tricolor se le vino encima, gracias a la enorme pasta de Guillermo Rodríguez para cerrarle los caminos al "Morro" García, gracias a la manera que respondió Alejandro González en los dos clásicos.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Gritan los niños que caminan de la mano de sus padres por la principal arteria de Montevideo. Gritan las chicas que fueron con la camiseta del club de sus amores a ubicarse en lo más alto de la tribuna Olímpica.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Es la fiesta total. La locura en su máxima expresión, con un fervor que demuestra que no había nada más importante que plantar bandera en el Campeonato Uruguayo.

"Y ya lo veee, Peñarol es campeón otra vez". Gritan todos los carboneros del mundo.

Las cifras
6 Temporadas llevaba Peñarol sin ganar el Campeonato Uruguayo. La última había sido 2003.
9 Conducciones técnicas pasaron por Peñarol para poder festejar otro Campeonato Uruguayo.

Las estrellas:
Aguirregaray: No sólo hizo el gol del empate, sino que fue el único que llevó a su equipo hacia adelante.
G. Rodríguez: En base a buena colocación y experiencia se constituyó en una columna de su retaguardia.